Honduras: el desafío de la institucionalidad y el orden en un país devastado
En los últimos días, la prensa internacional se hizo eco de la asunción de Xiomara Castro como la primera mujer en desenvolverse en la presidencia de Honduras. El pequeño país centroamericano tomó con relativa alegría el suceso, ante un panorama país poco alentador.
En este artículo, nos centraremos en analizar algunos de los desafíos más importantes del flamante nuevo gobierno. Honduras es un país institucionalmente inestable, con altos volúmenes de crimen organizado y más del 70% de la población bajo la línea de pobreza.
En este sentido, estamos hablando de un Estado que hecha por tierra 3 de los grandes pilares de la competitividad global, de acuerdo a estudios del Foro Económico Mundial: Instituciones, Estabilidad Macroeconómica y Mercado del Producto. En este texto, nos centraremos en el pilar de las Instituciones, la Seguridad, la Transparencia y la Performance del Sector Público.
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Honduras: radiografía de un país
Honduras es una nación soberana con más de 200 años de historia. Ubicada geográficamente en el corazón de Centroamérica, la nación mesoamericana ha tenido un andar complicado en las últimas dos décadas.
Tras varios disturbios y tumultos, como el Golpe de Estado sufrido en el año 2009, Honduras ha continuado siendo una nación dominada por la fragilidad institucional. ¿Por qué? Para entender esto hay que mirar dos factores, uno endógeno del propio Estado hondureño, y otro exógeno a este.
El endógeno es la corrupción, propia de regímenes que han fracasado rotundamente en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, y que se han aferrado al poder para mejorar la suya. El exógeno es el altísimo grado de inseguridad, que va más allá de estudiar la tasa de homicidios cada 100.000 habitantes (de las más altas del mundo). La delincuencia organizada en Honduras, muchas veces transnacional, así como también la extorsión y los atracos, hacen imposible cualquier intento de desarrollo y búsqueda de prosperidad económica y social.
Como mencionamos anteriormente, Honduras afronta una precaria situación económica. En términos macro, el país quedó en el puesto 139 de 141 países en la tabla de estabilidad macroeconómica elaborada por el Foro Económico Mundial. Esto es importante de destacar, porque también alimenta las dinámicas de corrupción en el sector público y la desatención de necesidades básicas de la población. La consecuencia es la actual figura del Estado hondureño: una situación de Estado fallido de hecho.
Los problemas institucionales en detalle
Como comentamos más arriba, gran parte de los problemas que afronta el Estado hondureño provienen de una falta generalizada de institucionalidad. De acuerdo a datos de Latinobarómetro, menos del 20% de la población confía en el gobierno.
Por supuesto que tales indicadores son el fiel reflejo de un Estado totalmente ausente en materia de asistencia ciudadana, ya que, así como sucede en otros países de Latinoamérica como Cuba, Argentina o Venezuela, este no responde las demandas sociales.
La nueva presidenta asume con un alto grado de aceptación popular, algo que puede jugarle a favor para llevar a cabo las reformas necesarias para atacar de lleno la fragilidad institucional del país, con miras a que la gente vuelva a confiar en el Estado.
En su discurso de asunción, la flamante presidenta prometió ‘no más narcotráfico ni corrupción’. El caso del crimen organizado en Honduras es impactante. Las atrocidades son llevadas a cabo principalmente por las ‘maras’, pandillas de milicianos que llevan adelante todo tipo de delitos. Se estima que cuentan con unos 40.000 miembros, y su principal actividad junto al narcotráfico es la extorsión y el secuestro. Además, son responsables del 70% de femicidios en Honduras, lo que agrava aún más el problema.
Otro gran problema de las maras, es que han logrado reemplazar la institucionalidad del Estado hondureño en muchos lugares del país mesoamericano. Esto no es un fenómeno aislado, ya que también se da en El Salvador y Nicaragua. La gran consecuencia de esto es que termina por socavar las de por sí débiles bases estatales, al desplazar al gobierno como proveedor de bienes públicos.
Qué esperar y cómo proceder
Sin duda alguna, el gobierno de Xiomara Castro enfrenta gravísimos problemas en casi todos los frentes. La mezcla de estos factores que mencionamos más arriba, tiene como consecuencia directa la minimización del Estado hondureño a un rol cuasi testimonial, en donde la institucionalidad del gobierno queda relegada a menos de 1/5 de la población del país (precisamente, aquellos que manifiestan algún grado de crédito al Estado).
El desafío de la Presidenta Castro pasará, antes que nada, por devolver la fortaleza y confianza ciudadana al Estado hondureño. Tiene que haber una integración entre prioridades institucionales y judiciales, de manera que se garantice el juzgamiento de delincuentes, en pos de garantizar la seguridad y la paz nacional. Solo partiendo de esas bases, el pueblo de Honduras puede esperar alcanzar algún grado de estabilidad y, junto a ello, el tan ansiado camino de crecimiento y prosperidad económica que tanto necesitan.
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