¿Por qué la estabilidad macro importa? Un análisis del caso argentino
La situación de la pobreza en Argentina se ha tornado crítica con el correr del tiempo: en la actualidad, el 42% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza y el 10,5% son indigentes (es decir, no alcanzan a satisfacer sus necesidades básicas diarias, como la alimentación o la vestimenta). Ante tamaño panorama, múltiples gobiernos se han sucedido con el objetivo de, al menos en su discurso, paliar el problema de la pobreza en el país del sur. Sin embargo, así como se han sucedido, también parecen haber fracasado en éste aspecto, como muestra la situación actual.
Uno de los principales inconvenientes de la situación argentina, que incluso supera cualquier barrera ideológica que pueda existir entre los diferentes partidos, es la falta de estabilidad en la macroeconomía, que le permita al país crecer de manera sostenida y mejorar el bienestar de la población ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Por qué la estabilidad macro se deja de lado? ¿Cuál es la salida? Son preguntas que intentaremos responder en éste artículo.
I. Inestabilidad y crisis ¿a qué se deben?
La historia económica argentina reciente se caracteriza por el descuido sistemático de los principales indicadores macroeconómicos. Hablamos de la inflación, la deuda pública interna y externa, el crecimiento del PIB, los ingresos públicos y el gasto público. La práctica de malas políticas económicas, generalmente privilegiando cuestiones de índole ideológica y no de bien común, han impactado de manera muy negativa en el desarrollo social de su población.
El nexo importante que debemos establecer es la repercusión que tiene la inestabilidad económica en la generación de pobreza. Como ha estipulado el economista Dani Rodrik
“históricamente, nada ha funcionado mejor que el crecimiento económico a la hora de permitir a las sociedades mejorar sus condiciones de vida, incluidos aquellos más carenciados”
La ciencia económica ha demostrado, una y otra vez, durante los últimos 50 años, que la manera más rápida de mejorar los indicadores sociales es mediante el crecimiento económico. Un estudio de Richard Adams para el Banco Mundial del año 2002 estipulaba que un aumento del 10% del PIB implicaba una disminución de la pobreza de entre el 20% y el 30% y, lo mejor de todo, es que la inequidad de ingresos crecía menos del 1%, por lo que los beneficios eran dobles. Esto favorecía, sobre todo, a los sectores más necesitados.
Dicho esto, entendamos cómo la inestabilidad en la macroeconomía afecta el crecimiento y, por ende, genera más pobreza en Argentina.
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II. Pobreza, inflación y deuda en Argentina
En el año 2019, el Foro Económico Mundial redactó el Índice de Competitividad Global, en donde se enumeran 12 pilares que hacen a la competitividad de una nación. Uno de estos pilares es el de la estabilidad macroeconómica. En el caso argentino, los resultados son devastadores: de 141 países estudiados, Argentina se ubicaba en el puesto 139, con un total de 34 puntos, menos de la mitad del promedio latinoamericano, y muy lejos del promedio de la OCDE.
De acuerdo a éste documento, dos variables son importantes a la hora de medir la inestabilidad macro: inflación y dinámicas de deuda pública. En ambos, la Argentina se ubicaba en los puestos 138 y 114 de 141 países, respectivamente. Esto confirma lo que señalábamos anteriormente: el pobrísimo desempeño de éstos indicadores posiciona a Argentina como uno de los países más inestables del grupo estudiado.
Veamos la historia de éstos indicadores de manera más detallada. En cuanto a inflación, el promedio histórico argentino ha sido del 105% durante los últimos 100 años. El máximo fue de 3079% en el año 1989, la llamada Hiperinflación de fines de los ’80.
Viendo índices como éstos, queda parcialmente claro cómo es posible que Argentina tenga los altos niveles de pobreza que ostenta en la actualidad. En éste sentido, la inflación no solamente arrastra personas de clase media a la línea de pobreza, sino que afecta de manera mucho más severa a quienes forman parte de éste último grupo social, quitándole valor a los, ya bajos, ingresos que puedan tener.
Ahora bien, hemos dicho que la inflación explica de manera parcial el gran problema de la pobreza argentina. Esto es así porque la inflación se complementa con otro parámetro importante: la deuda pública y su dinámica macro.
De acuerdo a los parámetros que estipula el Foro Económico Mundial, las dinámicas de deuda pública refieren a la evolución de la deuda de un país de acuerdo a su PBI. Esto es particularmente problemático para Argentina por ser un país con un bajo nivel de crecimiento. Otros aspectos, como un mercado de crédito casi inexistente y el permanente déficit público, hacen que la deuda que se contrae se torne imposible de pagar. Esto ha generado sucesivas crisis por deudas impagas (lo que técnicamente se denomina default, cuando un Estado no puede pagar sus deudas), que han hundido aún más la economía argentina.
III. ¿Cómo salimos? Estrategias para más crecimiento y menos pobreza
Como hemos dicho anteriormente, la situación de la pobreza en Argentina se ha tornado crítica. En éste sentido, la mejor opción que tiene Argentina para dejar atrás los gravísimos problemas sociales que tiene hoy en día es por medio del crecimiento económico. Si se adoptan políticas que se comprometan con ésta vía, los resultados son alentadores: si Argentina creciera a un ritmo de 3% por año (un desempeño nada ilógico para un país como éste), la pobreza podría caer por debajo del 10% en cuestión de una década. Si se creciera a 5%, bien podría bajar a menos del 5%.
¿Cómo se logra esto? Volvamos al punto planteado hasta aquí: hay que ordenar la macroeconomía. Particularmente la inflación, el gasto y la deuda (interna y externa).
Con respecto a la inflación, se necesita una política monetaria ordenada, que no emita más allá de lo demandado. Esto no sólo desaceleraría precios, sino quitaría un gran peso a los sectores más carenciados de la sociedad, al dejar de castigarlos con un menor poder de compra producto de la inflación. Ésta medida también tendería a ordenar el frente fiscal, ingresos y gastos públicos, de tal manera que éstos sean lo más eficaces posibles y no distorsionen tanto la economía.
El mejoramiento del frente fiscal y monetario también haría al país más amigable con las inversiones extranjeras (la llamada IED, o inversión extranjera directa), algo que Argentina necesita de manera urgente. Todo esto también mejoraría la producción y estimularía el mercado de crédito. Esto último es particularmente útil a la hora de pensar las dinámicas de deuda, ya que la gran mayoría de los países toman crédito de acuerdo a las proyecciones de crecimiento que tengan, por lo que un mayor crecimiento permite asegurar que esos préstamos sean repagados en un futuro, mejorando la posición de un país.
Todas éstas medidas son perfectamente alcanzables si se comprende que sus frutos se recolectarán en el mediano y largo plazo, por lo que es necesario que éste tipo de políticas sean de común acuerdo entre todas las fuerzas, con el objetivo de poder garantizar el crecimiento prolongado y sostenido, y de ésta manera garantizar la prosperidad económica de la nación.