Instituciones y pobreza: el gran reto de Latinoamérica
Sin duda alguna, al momento de hablar sobre la pobreza en Latinoamérica, uno de los elementos de mayor importancia son las instituciones. Esto se debe a que, sin lugar a dudas, las políticas destinadas a corregir y erradicar la pobreza nacen de las instituciones públicas y privadas.
Sin embargo, en el presente artículo nos centraremos en las instituciones públicas de América Latina, y cómo estás influyen en la pobreza. De esta manera, antes es importante dejar claro el panorama al que nos enfrentamos en el 2021, con respecto a la económica y la pobreza.
Debido a esto te invitamos a continuar leyendo, ya que en las siguientes líneas abordaremos de forma sencilla, el panorama económico de América Latina y el caribe en el 2021 y la influencia de las instituciones públicas en la pobreza y en su superación.
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América Latina y el Caribe en un estado nada alentador
No es un secreto para nadie que la pandemia generada por el COVID-19 tuvo un impacto altamente negativo en la economía regional y mundial. Esto quedó evidenciado en la catastrófica contracción económica de 6,8 % durante el año 2020; la cual fue reportada con preocupación, por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Ahora bien, esto era de esperarse luego de las medidas tomadas por los gobiernos para prevenir la propagación del virus. Ya que la gran mayoría de ellas, implicaron el confinamiento de la población y la paralización casi total de las actividades productivas.
Además de esto, de acuerdo con la CEPAL, ya antes de los efectos del COVID-19, la región se encontraba con grandes dificultades.
La pandemia del COVID-19 impactó América Latina y el Caribe en un momento de debilidad de su economía y de vulnerabilidad macroeconómica. En el decenio posterior a la crisis financiera mundial (2010-2019), la tasa de crecimiento del PIB regional disminuyó del 6% al 0,2%; más aún, el período 2014-2019 fue el de menor crecimiento desde la década de 1950 (0,4%)
CEPAL
Por otra parte, los niveles de deuda pública de los países pertenecientes a la región latinoamericana y su déficit fiscal se encuentran en niveles alarmantes. Estos han promediado aproximadamente un 2,7 % (déficit) y 44, 8 % (deuda) en los últimos años. Esto, naturalmente dificulta la disposición de recursos para invertir en el desarrollo de las estructuras productivas nacionales.
¿En camino a la recuperación?
Sin embargo, a pesar de que como mencionamos anteriormente, el panorama no es nada alentador para América Latina, recientemente la CEPAL elevo sus estimaciones de crecimiento para la región, a un 5,2 % durante el 2021. Esto es fantástico, ya que permite observar que Latinoamérica está dando un paso firme en la recuperación luego de las pérdidas ocasionadas por la pandemia.
¿Pero es esto sostenible? La respuesta es que pareciera ser que no, ya que las condiciones estructurales que dificultan el crecimiento, siguen presentes. Es decir, la existencia de una elevada deuda pública, déficit fiscal, corrupción en las instituciones, debilidad institucional, entre otros, se mantienen sobre la mesa.
La CEPAL en su informe sobre cómo revertir los efectos de la pandemia en América Latina y el Caribe, es clara al mencionar como la pobreza, el daño ambiental, y otros elementos siguen jugando un papel negativo al estudiar las perspectivas de desarrollo regional.
En el último año (2020), la tasa de pobreza extrema habría alcanzado el 12,5% y la de pobreza el 33,7% […] En tanto, la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanzó a 40,4% de la población en 2020.
CEPAL
Siendo esto así, es claro que se necesita no solo un impulso financiero para superar estos problemas, sino también políticas destinadas a este fin. Sin embargo, esto es un verdadero reto dentro de América Latina, ya que es una región en la que históricamente las instituciones han tenido problemas con esto.
Corrupción en las instituciones – Un lastre para el desarrollo
En “Cuentos Chinos”, Andrés Oppenheimer señalaba que una de las principales diferencias entre un país exitoso y uno con problemas, se encontraba en sus instituciones. Y esto es evidente, ya que son las instituciones las encargadas de definir las políticas de hacia dónde debe apuntar el desarrollo de un país.
Por lo tanto, si se cuenta con instituciones débiles, corruptas y mal estructuradas, es probable que un país no pueda desarrollarse según Oppenheimer. Por el contrario, si se eliminan estos vicios en las instituciones y se apunta al desarrollo, cualquier país puede ser exitoso.
Sin embargo, Latinoamérica posee una gran cantidad de países con altos niveles de corrupción. Esto ha afectado negativamente a los países de la región, muchos enredados en tramas de corrupción como las del caso de Lava Jato en Brasil.
En este sentido, el Índice de Percepción de Corrupción calculado de forma anual desde 1995 por la ONG Transparencia Internacional, ha colocado para 2020, a 15 de los 20 países soberanos de Latinoamérica en la segunda mitad de este índice que mide la percepción de la corrupción en las instituciones del sector público.
Tan solo, Uruguay, Chile, Costa rica, Argentina y, sorprendentemente, Cuba, se ubican en la primera mitad de los 180 países que abarca este índice. Adicionalmente, es de destacar que tanto Venezuela cómo Haití, se encuentran entre los 10 países con mayor corrupción percibida.
Una alta posición en los índices de corrupción significa, de alguna manera, que los gobiernos no están administrando de forma clara los fondos públicos. Esto implica, que la asignación de recursos puede no estarse haciendo de una forma eficiente a través de las instituciones mirando hacia el desarrollo, sino a beneficios personales.
Instituciones y su influencia en la competitividad del país
Similar al caso anterior, y muy vinculado con él, encontramos que las instituciones en América Latina, se caracterizan por tener una alta burocratización. Esto en el caso latinoamericano, se ha convertido en un verdadero “plomo en el ala” para el despegue de la región hacia el desarrollo.
Y la razón es clara, las instituciones en aras de establecer controles estrictos sobre diversas áreas, han sacrificado de alguna manera la practicidad y eficiencia. Naturalmente, esto no se hace con una mala intención per se; sino que, como han estudiado muchos politólogos y sociólogos, esta necesidad de control y de tener burocracia cerrada, son parte de la cultura política latinoamericana.
Sin embargo, estas prácticas han resultado altamente nocivas para el desarrollo de los países de la región. Esto se hace evidente en el Índice de Competitividad Global, publicado por el Foro Mundial desde 1979, donde Latinoamérica posee un desempeño regular.
Decimos que tiene un desempeño regular, en vista de que la gran mayoría de los países soberanos de América Latina, se encuentran en la segunda mitad de los 141 países del índice. Es decir, se ubican del puesto número 70 en adelante, lo que es una señal de que sus niveles de competitividad no son óptimos.
No obstante, encontramos que Chile, México, Uruguay y Costa Rica se encuentran muy bien posicionados en este Índice.
En estos países se ha dado prioridad a la flexibilización de trámites en las instituciones, al menos de aquellos vinculados con el comercio internacional. Lo anterior, ha permitido que se hagan altamente competitivos en el mercado externo, a diferencia de los que poseen cientos de trámites burocráticos.
¿Qué hacer en un futuro?
Las instituciones, como hemos resaltado en varias oportunidades, son la piedra angular para el desarrollo de cualquier Estado. Esto no puede ser de otra manera, ya que es precisamente en ellas donde se establecen las políticas que impactan en el desarrollo.
Si bien es cierto que, para que pueda existir un cambio positivo dentro de las instituciones se necesita de un gobierno dispuesto a generarlo. También es cierto que, aún en condiciones no óptimas, con instituciones sólidas puede apuntarse a un desarrollo sostenible.
En este sentido, es importante resaltar que muchos de los problemas existentes en América Latina parten de instituciones débiles. Y esto es así, porque ha sido muy fácil manipularlas para lograr beneficios personales, en vez de perseguir el bienestar común.
Un ejemplo de ello son países como Haití y Venezuela, ubicados en los últimos lugares del Índice de Percepción de Corrupción. En ambos casos se ha denunciado durante años, que existe una clara vulneración de la división de poderes, y manipulación de las instituciones para favorecer tramas de corrupción.
Por tal motivo, se hace cada día más necesario una reforma dentro de las instituciones que permita, desde su interior, generar un cambio dentro de la cultura política de los países. Esto con el objetivo de apuntar a un desarrollo sólido y sostenible, que permita luchar efectivamente contra la pobreza.
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Finalmente, queremos invitarte a continuar revisando el contenido que hemos publicado en el Blog. Ya que allí podrás encontrar información de interés, con respecto al desarrollo económico de Latinoamérica, sus instituciones y algunas soluciones para la pobreza en la región.
Fuentes consultadas
CEPAL. (2020). Informe sobre el impacto económico en América Latina y el Caribe de la enfermedad por coronavirus (COVID-19): estudio elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Santiago: Publicación de las Naciones Unidas. Obtenido de https://www.cepal.org/es/publicaciones/45602-informe-impacto-economico-america-latina-caribe-la-enfermedad-coronavirus-covid
Foro Económico Mundial. (2019). Indice de Competitividad Global. Geneva: Foro Económico Mundial. Obtenido de http://www3.weforum.org/docs/WEF_TheGlobalCompetitivenessReport2019.pdf
Foro Económico Mundial. (2020). Indice de Competitividad Global. Edición Especial 2020. Geneva: Foro Económico Mundial. Obtenido de http://www3.weforum.org/docs/WEF_TheGlobalCompetitivenessReport2020.pdf
Transparencia Internacional. (28 de Enero de 2021). Corruption Perceptions Index . Obtenido de Sitio web oficial de Transparencia Internacional: https://www.transparency.org/en/cpi/2020/index/ven
