Economías más innovadoras de América Latina
Cuando hablamos de problemáticas como la pobreza, el subdesarrollo y la falta de crecimiento, y cómo combatirlas, por lo general solemos mirar hacia viejas recetas ya conocidas. En éste sentido, ya los grandes cerebros de la teoría económica clásica, comentaban que la manera más sencilla de generar prosperidad era ‘agrandando el pastel’ (o la ‘torta’, para nuestros amigos argentinos y uruguayos).
Para ello, los pasos eran simples: tan solo bastaba con aumentar las tierras donde sembrar comida, incorporar más trabajadores a la industria, o invertir en más maquinaria. Casi 300 años después, ésta regla aún sigue vigente, aunque con una pequeña gran diferencia.
Vivimos en la era exponencial y, gran parte de esto, se traduce en ciclos de crecimiento cada vez más cortos y pronunciados. Aquí es donde aparece el responsable, nuestro cuarto factor productivo: la innovación.
Ahora bien, para que éste nuevo factor sea capaz de mostrar todas sus bondades, es necesario cumplir con un conjunto de prerrequisitos. La experiencia internacional demuestra que una calidad institucional robusta, estabilidad económica y un mercado de crédito creciente marca una gran diferencia. Dicho esto, veamos cuáles son las economías que más han abrazado la innovación en la era exponencial.
Quién es quién cuando hablamos de innovación
Hablar de innovación no obedece simplemente a un cúmulo de bondades aleatorias. Existen organizaciones que se dedican a realizar estudios muy completos sobre este fenómeno. Para nuestro caso, el informe más importante es el Bloomberg Innovation Index, publicado anualmente. En él, se detallan los resultados del relevamiento global sobre las economías más innovadoras del mundo, en una escala de 0 a 100 puntos. 0 es ‘nada innovadora’ y 100 ‘muy innovadora’. Ésta puntuación se obtiene de la media entre varias categorías: inversión en i+D, capacidad de manufactura y concentración de compañías de alta tecnología que cotizan en bolsa.
La pandemia del COVID obligó a readaptar gran parte del aparato productivo mundial. Una nueva distribución de la fuerza laboral por medio del teletrabajo, por ejemplo. Teniendo en cuenta estos cambios Corea del Sur se ha posicionado como la estrella de la innovación a nivel mundial. Singapur y Suiza, completan el top 3.
Gestión y COVID 19 en América Latina: ¿Que países gestionaron mejor la pandemia?
Crisis en Venezuela: el ‘Dubai Latinoamericano’ que no fue
El capital social en América Latina: qué es y por qué hace falta más que nunca
¿Y qué hay de los países latinoamericanos?
En cuanto a los países latinos, tenemos que irnos aproximadamente hasta la mitad de la tabla para poder encontrar a los primeros protagonistas. En la región la tabla la encabeza Brasil, en el puesto 46 a nivel mundial, con una puntuación de 57,21. En segundo lugar aparece Argentina, que ocupó la posición 51 a nivel global, con un promedio de 51,56 puntos. El podio lo completa Chile, 54 a nivel internacional, con una puntuación de 49,40 puntos. La gran noticia fue Uruguay, que si bien quedó en última colocación a nivel latinoamericano, fue la primera vez que logró ingresar en éste ránking.
Luego de ver éstos números, uno podría decirse ‘¿Bastante bien Latinoamérica, verdad?’. La respuesta sería un tímido ‘Si, pero podría mejorar’.
Si bien los resultados relativos de este tipo de estudios son importantes, la manera de comprobar si realmente avanzamos es ver que no volvamos sobre nuestros pasos. ¿Qué quiere decir esto? En lo que respecta al ránking, en el caso de los 3 líderes latinos, no ha habido mejorías absolutas si se las compara con 2020. Brasil no fue capaz de obtener un puntaje mayor al del año pasado. Argentina y Chile han puntuado incluso menos, lo que implica que su ecosistema emprendedor se ha contraído en el último año.
Esto es particularmente importante a la hora de plantear nuevas estrategias que permitan pensar en remontar los resultados negativos. En nuestro tiempo, no podemos permitirnos arriesgar la capacidad de innovar constantemente.
¿Qué aspectos se pueden mejorar?
Cuando hablamos de innovación, Latinoamérica presenta dos grandes problemas. Uno tiene que ver con la poca (o nula) articulación entre universidades y el sector empresarial en pos de mejorar los niveles de i+D. El mismo es un esquema que ha dado enormes resultados, sobre todo en Estados Unidos y Europa. Los resultados están a la vista (en el estudio de Bloomberg, ocupando las primeras posiciones).
En segundo lugar, la falta de garantías en cuanto a la propiedad intelectual de bienes y servicios. Esto se desprende de un problema sistémico, más grande y troncal, que afecta a la mayoría de los sistemas jurídicos en Latinoamérica. Corrupción, falta de ética profesional e independencia, son algunos de los factores que contribuyen al estancamiento de abordaje y análisis en la materia.
Cuando evaluamos éstos dos pilares, nos encontramos con los dos grandes temas a abordar, si América Latina quiere reforzar de manera integral su ecosistema innovador. Entre tantas dificultades, es una victoria que una de las regiones más desiguales e inestables políticamente, tenga naciones comprometidas con la prosperidad y el progreso.