El capital social en América Latina: qué es y por qué hace falta más que nunca
Ciertamente, existen muchas aproximaciones para pensar el desarrollo. En la actualidad, las principales miradas han migrado desde posturas netamente económicas a abordajes integrales, que tienen en cuenta factores sociales, culturales, políticos, el capital social en América Latina y factores económico – financieros.
En un contexto de globalización y cada vez mayor interdependencia entre países, aquellos que logran cooperan y trabajar mancomundamente para resolver problemas comunes, son los que obtienen mejoras importantes en sus indicadores.
Una de éstas nuevas propuestas de desarrollo, tiene que ver con el fortalecimiento de la confianza social, el asociacionismo y la cooperación informal. Éste conjunto de acciones es lo que se denomina capital social, y juega un rol cada vez más fundamental en la consolidación de procesos de crecimiento.
En éste artículo, analizaremos en detalle la situación del capital social en América Latina, y cómo se puede potenciar su desarrollo.
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El capital social en América Latina: qué es y por qué hace falta más que nunca
¿Por dónde empezar?
Primero definámoslo: el capital social refiere a una perspectiva que pone el acento en la importancia de las redes de cooperación, la confianza social y las normas formales e informales que moldean las relaciones sociales. Su correcta aplicación ofrece grandes ventajas: desde un mayor sentimiento de utilidad individual y colectiva de los ciudadanos, un mayor grado de tolerancia y fortalecimiento del civismo hasta el mejoramiento de la actividad económica y productiva.
Uno de los puntos más importantes en el desarrollo del capital social, tiene que ver con los incentivos que genera a nivel micro y macro ciudadano. La idea del capital social abarca una dimensión que es claramente material, como la económica, pero también una blanda, que está asociada a los valores y tradiciones. Éste blend de aspectos formales, como los económicos o institucionales, e informales, como la mismísima cultura, crea la atmósfera perfecta para el desarrollo, ya que toma lo mejor de cada uno de éstos aspectos.
Ahora que sabemos de qué se trata el capital social, la pregunta que cabe hacerse es cómo logramos potenciar su creación y disponibilidad. Si bien existen diferentes perspectivas, combinaremos los aspectos principales de dos de las aproximaciones más comunes: una que toma como fuente creadora las instituciones estatales, y otra que prioriza la capacidad creadora de los individuos.
¿Cómo creamos capital social?
Como comentamos anteriormente, las prácticas relacionadas con el capital social son aquellas que combinan la confianza ciudadana, cultura junto a dimensiones económicas y de gobernanza. Esto genera redes que facilitan la cooperación social y, por ende, el desarrollo. Dado esto, no sorprende que una de las principales formas de construcción de capital social sea a partir del accionar gubernamental.
En éste sentido, debemos tener en cuenta que los Estados con instituciones eficaces suelen atender y resolver las necesidades ciudadanas de manera más rápida y favorable. Esto hace crecer la confianza de la gente en las instituciones, y por ende, el capital social se agranda. El fundamento para que esto ocurra es sencillo: mejores instituciones significa que los mercados operan de manera más transparente, las conductas corruptas se sancionan, los sistemas de arbitraje y solución de conflictos se simplifican y la información se encuentra coordinada y disponible para todos.
Otra de las maneras de propiciar el desarrollo y la prosperidad económica y social a través del capital social, tiene que ver con la capacidad creativa que tienen todos los individuos que conforman una sociedad. Si bien éstos modelos son muy novedosos (concebidos con la aparición de la Nueva Gestión Pública en los años 90), aprovechan el cada vez mayor contexto de descentralización social y globalización para promover el intercambio cultural, reforzando así la cooperación social y la confianza interciudadana (incluso si se trata de cooperar con individuos más allá de las fronteras).
Habiendo presentado éstas perspectivas, resta definir la situación actual del capital social en América Latina. ¿Cómo estamos los latinoamericanos en éste tópico? Veamos a continuación los resultados.
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El Capital Social en América Latina
Para medir los niveles actuales de capital social en América Latina, tomaremos como referencia los estudios realizados por la Dra. María Cecilia Guemes (2011) en el paper “Estado y Capital Social en América Latina”. El mismo estudia éste fenómeno a través de 3 variables diferentes:
- Nivel de desarrollo
- Calidad democrática
- Confianza interpersonal
Enseguida, el estudio muestra conclusiones poco alentadoras: “los niveles observados en materia de confianza interpersonal, tienden a ser bajos, con una media de sólo 19 puntos sobre 100, y muy heterogéneos” (Guemes, 2011). De ésta manera, la heterogeneidad marca que, dentro de los limitados niveles de confianza, pocos países concentran los mayores niveles, como Uruguay y Argentina, mientras que otros, como Brasil, constituyen el extremo opuesto.
Al hablar de otros índices, como el de calidad democrática, la correlacion es ligeramente mayor, aunque aún lejos de estándares europeos o norteamericanos (32 puntos sobre 100 para los países Latinoamericanos).
Si a todo esto agregamos la cuestión relativa al nivel de desarrollo (que conforma la parte ‘dura’, ligada a elementos materiales como la economía), los resultados son ambiguos. Por un lado, si analizamos los sistemas de protección y beneficencia social, éstos han tendido a robustecerse con el paso del tiempo. Tanto así que uno de los principales objetos de gasto público en la gran mayoría de los países de América Latina sigue siendo el denominado ‘gasto social’. Otro de los factores involucrados en el desenvolvimiento del capital social, es el relativo a políticas que lleven a la ‘igualdad económica’. En este sentido, igualdad de oportunidades, capacidad para acceder a formación universitaria gratuita, tasa de escolarización secundaria y esperanza de vida al nacer, son algunos de los factores más claves en América Latina, con un promedio de casi 30 puntos.
Conclusiones
El capital social es un concepto absolutamente trascendental para pensar el desarrollo. En lo que respecta a la literatura del desarrollo, pocos son los casos en donde se mencionan los factores extraeconómicos que están detrás de las experiencias de prosperidad económica más exitosas.
En éste sentido, tanto las instituciones como los mismísimos individuos, son actores fundamentales a la hora de garantizar la generación y ampliación del stock de capital social. Mientras que las instituciones gobiernan los factores macro y materialistas, como los económicos, de infraestructura y transparencia, las personas son las protagonistas en el proceso de gestación y difusión de la cultura.
Ambos, constituyen una fuerza que combina aspectos tradicionales con materiales, y que conectan a más personas en los procesos de cooperación social, sea el mercado o las actividades relacionadas al civismo y el servicio público, involucrando a cada vez más personas en los procesos políticos, culturales y productivos.
