¿Por qué somos tan pobres?

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Gasto Público y pobreza: clientelismo gubernamental como método para mantener el poder

Gasto Público y pobreza: clientelismo gubernamental como método para mantener el poder

Si nos preguntáramos cuál ha sido uno de los principales lastres de Latinoamérica para el desarrollo, el clientelismo sin duda alguna tendría mucho que ver. Y es que los elevados niveles de gasto público que implican este tipo de prácticas, han condenado a la región a grandes problemas.

En este sentido, no podemos olvidar que lo que hace exitosa a una nación en materia económica, así como a una empresa, es el saber administrarse. Y esto es precisamente lo que no toman en cuenta aquellos que recurren al clientelismo gubernamental como mecanismo para acceder al poder político.

Ahora bien, si te estás preguntando qué es el clientelismo gubernamental y cómo afecta a los países, te invitamos a seguir leyendo este artículo. Sin embargo, es importante aclarar que a continuación nos centraremos en un aspecto particular de esta práctica, en específico del Gasto Público como mecanismo para su ejecución.

La razón de esto es simple, ya que como veremos en breve, el clientelismo gubernamental es una práctica que involucra diversos elementos. Debido a esto, en el presente artículo nos centraremos en la perspectiva económica, dejando aspectos como los culturales para futuras discusiones.

De igual forma, es importante aclarar que esta es una primera aproximación sobre este tema, por lo que en próximos artículos nos centraremos en casos particulares de estudio. Por lo que te invitamos a decirnos en la caja de comentarios qué país te gustaría que analizáramos en profundidad.

¿Qué es el gasto público?

Antes que nada, es necesario que sepas que se entiende por gasto público, ya que este es el recurso clave del clientelismo gubernamental. En este sentido, el gasto público son todos aquellos gastos realizados por el gobierno general en bienes, servicios, transferencias y el pago de las actividades necesarias para su operatividad.

Las tres principales partidas del gasto público son: los gastos corrientes, que incluyen los sueldos y salarios pagados, las transferencias y subsidios y las compras de bienes no duraderos que realizan los entes gubernamentales; los gastos de inversión, que se refieren a la compra de bienes de capital y a otras inversiones que realiza el Estado; y los pagos de la deuda pública, con los que el gobierno va amortizando los compromisos previamente contraídos.

Carlos Sabino

Por su parte, la Organización de Nacionales Unidas (ONU) ha clasificado el gasto público de acuerdo con su destino en cinco sectores. Siendo esto así, los sectores identificados por la ONU son:

  • Servicios generales: gastos administrativos, seguridad, defensa y justicia.
  • Gastos Comunales: carreteras, redes de transporte y de comunicación, agua y redes de saneamiento.
  • Servicios sociales: educación, sanidad, seguridad social, salud.
  • Gastos económicos: inversión en agricultura, recursos minerales y no minerales, combustibles, industria manufacturera, construcción, entre otros.
  • Gasto público no clasificables.

Ahora que sabemos qué es el gasto público y cómo puede llegar a distribuirse, es importante que tengamos en cuenta que la distribución que se haga de este puede decir mucho sobre los objetivos del gobierno.

En este sentido, de acuerdo con (Stawsky López, 2017) el gasto público puede conducir a un incremento de la tasa de crecimiento de la economía. Sin embargo, el mismo autor aclara que la corrupción puede llegar a afectar de forma notable la distribución del gasto público generando grandes problemas.

¿Qué es el clientelismo gubernamental?

Antes que nada, tienes que entender que el clientelismo es una práctica compleja que ha ido evolucionado con los años. Es decir, a pesar de ser tan antiguo como la existencia de comunidades humanas, este ha mutado para adaptarse a las nuevas realidades.

De esta manera, si seguimos a Josué Baron en su libro “el nuevo clientelismo político en el siglo xxi: Colombia y Venezuela 1998-2010”, nos encontramos que hay al menos 3 fases claramente identificables, en la evolución del clientelismo gubernamental en América Latina.

La primera de ellas se corresponde, con una época tradicional marcada por el patronazgo de una relación típica de jefe / subordinado. En segundo lugar, tenemos que el clientelismo se manifestó desde los partidos políticos, apoyados en el uso de la ideología para construir sus redes clientelares.

Finalmente, nos encontramos con una fase moderna, en la que las anteriores se integraron, pero en la que adicionalmente se incorporó el factor “gasto público”. Este se convirtió, en el principal elemento de los gobiernos para construir sus redes clientelares, con base en la posesión de los recursos del Estado.

Siendo esto así, pasaremos a continuación a abordar brevemente cada una de estas etapas, para clarificar como se fue dando su evolución.

1. Patronazgo

Para explicar de una forma muy simple el patronazgo, queremos que imagines la relación de poder más básica del mundo, la tuya con tus padres. En este tipo de relación, cuando eras pequeño tu solo tenías la opción de obedecer, ya que dependías por completo de ellos.

Pues las relaciones de patronazgo son algo similar, y con base en ellas muchas comunidades antiguas construyeron su jerarquía interna.

El patronazgo es un tipo de clientelismo primigenio en el que un sujeto B se sometía por completo al dominio de un sujeto A, a cuentas de su dependencia de él. Este tipo de relaciones, fueron típicas entre los señores y sus siervos y, más recientemente, entre los gobiernos y los ciudadanos.

En este tipo de relación clientelista la dominación del sujeto A sobre el B es clara, no necesita justificación más que la dependencia de uno de ellos del otro.

Ahora bien, en el caso de América Latina este tipo de dominación absoluta también fue característica de la época caudillista. Los caudillos locales controlaron territorios enteros a cuenta de su poder militar propio, su carisma y honores en combates durante la independencia.

Sin embargo, con el paso del tiempo esto empezaría a cambiar y el desorden que caracterizo la época pos independencia en muchos países como Venezuela, desaparecería con la instauración de gobiernos fuertes que centralizaron el poder, permitiendo así una organización administrativa moderna.

2. Clientelismo de partido

Si bien es cierto, el clientelismo es una práctica que siempre ha tenido el mismo fin, conseguir el apoyo de los subordinados, también es cierto que, con el paso del tiempo, el cambio en los paradigmas culturales obligaron a los detentadores del poder a cambiar su forma de aproximarse a las personas.

Siendo esto así, y con el fortalecimiento de las democracias electorales, los partidos políticos buscaron alternativas para permanecer en el poder. Y la forma más sencilla que encontraron, fue hacer uso de las viejas prácticas clientelares, claro está, adaptadas a la nueva realidad.

El clientelismo de partido, de esta manera, hizo uso de la ideología para construir sus redes clientelares para acceder al poder. La creación de una estructura partidista jerarquizada y con sustento en la afinidad ideológica fue el sustento de esta etapa.

El éxito de este método de dominación partidista, que en muchas ocasiones se apoyó en elevados niveles de gasto público, quedó demostrado a lo largo del siglo XX latinoamericano. Años durante los cuales, la dominación de partidos específicos como en el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México, o del bipartidismo Acción Democrática (AD) y El Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) en Venezuela se hicieron notables.

Ahora bien, como en el caso del patronazgo, el clientelismo partidista fue mutando con el tiempo. Es decir, puede decirse que no ha desaparecido, pero si incluye otras características que se fueron incorporando con el tiempo.

3. Clientelismo gubernamental

Finalmente, nos encontramos con el clientelismo gubernamental, el cual representa el clientelismo moderno, y es el que seguramente estás acostumbrado a ver. Esta fase se caracteriza por un incremento desproporcionado del gasto público con fines electorales, es decir, se usa el dinero público para conseguir votos.

Pero a pesar de lo que puedas estar pensando, esto no es algo que se haga por lo general de forma directa. Por el contrario, el clientelismo gubernamental se esconde detrás de obras públicas y ayudas sociales, con el objetivo de garantizar la lealtad del electorado.

A esto se suman todo tipo de acciones populistas como prometer hacer cosas al llegar al poder.

Sin embargo, como recoge Josué Baron en su libro los elevados niveles de gasto público durante épocas electorales, no tienen un fin claro. Por el contrario, en muchas ocasiones, se realizan obras que luego son abandonadas, o se establecen programas que no tienen cómo mantenerse en el largo plazo, generando así grandes pérdidas para el erario público.

En América Latina, el clientelismo está muy extendido en la administración pública; los burócratas encargados de los aspectos críticos de la vida nacional a menudo son contratados más por su valor político que por su competencia profesional.

Banco Interamericano de Desarrollo

Adicionalmente, en el clientelismo gubernamental los detentadores del poder colocan en cargos públicos de importancia a las personas con base en su lealtad partidista, antes que en sus capacidades técnicas, lo que ha representado un gran problema para el mantenimiento de la eficiencia en los organismos públicas.

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Imagen de Kasun Chamara en Pixabay

Clientelismo y pobreza en América Latina

Uno de los temas más estudiados por politólogos y economistas es cuáles son las razones de la pobreza en América Latina. Y lo cierto es que el resultado de los estudios siempre termina apuntando a la misma razón, la corrupción.

Aunque es cierto que el colonialismo y la influencia extranjera en el proceso de desarrollo tuvieron un gran impacto en el desarrollo de la región. También es cierto que América Latina ha estado caracterizada por grandes casos de corrupción, y una increíble mala administración de sus recursos.

La razón de esto puede ser explicada a través de la cultura clientelista típica de la región. Solo países como Chile y Uruguay en los que se ha conseguido una administración pública mucho más técnica y sólida han podido navegar estas dificultades.

Y sus niveles de estabilidad y desarrollo parecen demostrar que, los límites a las prácticas clientelistas son la receta para el éxito de la región.

Por el contrario, otros países de Latinoamérica entre los que destacan Argentina y Venezuela demuestran que el clientelismo gubernamental puede llegar a producir profundos daños.

En estos últimos países el crecimiento del gasto social ha sido notable en las últimas décadas. Sin embargo, sus economías están caracterizadas por gran inestabilidad, y por presentar un gran deterioro de los principales indicadores macroeconómicos.

Lo anterior parece demostrar, como ya mencionamos anteriormente, que no necesariamente el incremento del gasto social se traducirá en el largo plazo en la mejora del bienestar general de la población. Por el contrario, esto puede tener un impacto negativo si este incremento se relaciona con políticas mal planificadas y que persiguen un objetivo netamente electoral.

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1 comentario en “Gasto Público y pobreza: clientelismo gubernamental como método para mantener el poder”

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