Uruguay, o cómo pasar de la austeridad al éxito en menos de 20 años
Ubicado en el extremo oriental del Cono Sur, la República Oriental del Uruguay es considerado como uno de los países más prósperos y estables del continente Latinoamericano. Catalogado como el país más igualitario y uno de los más prósperos de Sudamérica según el Banco Mundial, Uruguay goza de una gran estabilidad económica que impulsa al país hacia uno de los crecimientos más exuberantes de la región.
Sin embargo, ¿cómo es posible? ¿Cuáles son las principales políticas y estrategias del gobierno uruguayo para llevar adelante un crecimiento cada vez más exponencial?
Mediante el corriente artículo, el principal objetivo será vislumbrar los secretos del desarrollo uruguayo, para de esa manera apreciar y conocer con profundidad el espectacular aumento de su economía, poniendo especial atención a dos de los pilares más importantes del Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial: la Estabilidad Macroeconómica, por un lado, y el Tamaño del Mercado, por el otro.
Principal perfil y actividades económicas
La economía de Uruguay configura el resultado de la combinación de los recursos naturales del país con una población altamente alfabetizada y económicamente productiva. Si bien tradicionalmente el sector de mayor importancia en el país ha sido el agropecuario, en las últimas décadas, debido al crecimiento industrial, el cual estuvo acompañado de un fuerte crecimiento tecnológico, la economía experimentó el alza de nuevos sectores productivos, tales como la energética, minería, transporte, entre muchos otros.
En materia industrial, el país posee una de las industrias más poderosas y desarrolladas de América Latina, cuyo valor y aportes se estiman en 6.5 mil millones dólares (Banco Mundial, 2021).
Por otra parte, otra actividad importante del país, es la minería. Por su parte, Uruguay es uno de los países del mundo que posee extracción de amatista, una variedad macrocristalina del cuarzo. Esta actividad en su totalidad, es decir, no solo la extracción de amatista, representa un buen bloque de complemento junto a las demás actividades secundarias, dentro de las cuales también destaca, por ejemplo, el turismo, debido a que el país reciba unos 3,4 millones de turistas por año, y cuyos ingresos anuales oscilan entre los 1,8 mil millones y los 2,2 mil millones de dólares por año3.
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Por último, otra de las actividades que está teniendo un protagonismo singular, en especial en los últimos años de la mano del crecimiento tecnológico, es el software; según datos del Banco Mundial, dicha actividad representa el 5,9% de las exportaciones totales del país. Con un marcado perfil de productos comerciales y una sólida experiencia en el desarrollo y el marketing, se estima que Uruguay, apenas en sus inicios en esta actividad (aprox. año 2004), había logrado obtener unos 226 millones dólares en calidad de ventas de software.
En materia agrícola, Uruguay es un productor gigantesco de distintos tipos de cereales y otros comestibles. Es así como hallamos que el país es principal productor de maíz, trigo, soja, arroz, cebada, caña de azúcar, colza, entre muchos otros. Entre todos los productos que aporta la agricultura del país a su economía en desarrollo, se configura una importante parte del PBI.
Por otra parte, la ganadería conforma la otra arista fuerte de la economía principal uruguaya; el país es uno de los grandes productores de carne vacuna en todo el mundo (tan solo en el año 2018 produjo unas 589 mil toneladas), así como también destaca históricamente por su increíble producción de lana, siendo que, hasta principios-mediados del siglo pasado, era considerado como uno de los 10 principales en todo el planeta (FAO, 2019).
¿Qué hace a Uruguay diferente?
Uruguay se ha posicionado, como hemos estipulado, como uno de los países más desarrollados de América Latina. Lo curioso es que, al mismo tiempo, también es actualmente uno de los países con mayor grado de igualdad y prosperidad social de la región. De acuerdo al Banco Mundial, la mayoría de la población uruguaya pertenece a la clase media, con poco más del 60% entre ella. Desde el año 2002 en adelante, el país oriental ha venido aplicando una serie de políticas económicas que terminaron con años de desajuste macroeconómico, y volatilidad financiera, para llegar a convertirse en la referencia latinoamericana que es hoy, incluso luego de haber pasado por gobiernos de diferente signo político.
En éste sentido, los principales lineamientos político – económicos que adoptó el Uruguay a mediados de la década de los 2000, tuvieron que ver con los siguientes puntos (Bergara y Milnitsky, 2017):
- Manejo de las cuentas públicas y de la transparencia de gobierno: El ordenamiento fiscal tuvo como ejes principales una reforma tributaria, que apuntó a generar condiciones de equidad social y sectorial, por un lado, y la eficiencia en la gestión, por el otro. Adicionalmente, se apostó por un mayor acceso a la información pública, mediante el tratamiento y sanción de leyes aplicadas a tal fin.
- Reformas en el sistema financiero: el sector bancario y financiero: antes de las reformas de 2003, constituía un sinónimo de volatilidad e incertidumbre. Lo que dio cuerpo a la reconstitución del sector financiero post-2003, fue la sanción de la Ley Orgánica del Banco Central, que renovó la confianza y certidumbre en las instituciones.
- Las políticas sociales: Las reformas llevadas a cabo en ésta área tuvieron que ver con un cambio conceptual: en vez de verlo simplemente como una red de contención para las personas que habían quedado fuera del sistema, las mismas fueron rediseñadas para acompañar el proceso de crecimiento e inclusión social.
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Conclusiones
Como hemos estipulado anteriormente, el Uruguay ha experimentado un crecimiento económico sólido, gracias a la explotación de sus actividades económicas como también de políticas macro bien pensadas y articuladas, con el fin de acompañar su proceso de expansión y crecimiento, sin dejar de lado los indicadores sociales y de inclusión.
Sin duda alguna, el país oriental tiene desafíos por delante, como el tamaño de su mercado, la presión por mantener saldos exportables constantes para la consecución de divisas, y también la integración con sus vecinos, particularmente con los del Mercosur. Sin embargo, es cierto que el pequeño país, con poco más de 3 millones de habitantes, ha sabido navegar aguas complejas antes, por lo que no debería sorprender que pueda aventurarse nuevamente en ellas y salir airoso.