Sustentabilidad: por qué Latinoamérica debe poner sus ojos en Glasgow
El pasado 31 de Octubre, Glasgow se convirtió en la sede de una nueva Conferencia de las Partes (COP26) sobre la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. El sensacionalismo, de diversa ideología, se convirtió en la lupa primordial para analizar la cita tanto ex – ante como ex – post. Pocos han sido los análisis que se han dedicado a comprender por qué ésta cumbre resulta importante, sobre todo para los países latinoamericanos.
En el pasado artículo “G20: ¿Oportunidad o Maquillaje para América Latina?” describimos por qué era importante que las tres economías más importantes de Sudamérica (Argentina, Brasil y México) tomaran parte y construyeran activamente su presencia internacional, por medio de una agenda innovadora y concreta.
Pero antes de avanzar, aclaremos el punto central de éste artículo: ¿Tiene importancia la cumbre en Glasgow para los países de Latinoamérica, en pos del crecimiento y desarrollo?
¿Qué es la COP26 y por qué surgió?
Antes de llevar adelante cualquier análisis, entendamos el origen y la naturaleza de la COP. Por sus siglas en inglés, COP refiere a ‘Conferencia de las Partes’, un foro internacional que nuclea a aquellos países que firmaron y ratificaron la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en 1994. El evento hosteado en Glasgow, será la 26º reunión del foro, de ahí su nombre ‘COP26’.
En éste sentido, ésta Conferencia debe su existencia a las inclemencias climatológicas y ecosistémicas que vienen azotando al planeta en los últimos 20 años. Quitando cualquier alarmismo, la ocurrencia de estos fenómenos es clara e intachable, y los gobiernos han coincidido en que es necesario un plan de acción conjunto para mitigar los riesgos que puedan surgir a futuro.
La trascendencia de éste tipo de foros también tiene que ver con la promoción de nuevos lineamientos de desarrollo y competitividad. Un ejemplo de esto, han sido los continuados estudios en la materia del Foro Económico Mundial (FEM), en su Índice de Competitividad Global. Aquí es importante hacer referencia a algunos aspectos clave: El FEM refiere a la cuestión ambiental en, al menos, 3 maneras diferentes:
- Desarrollo anterior al Índice, donde estipula que ‘Sustentabilidad, Crecimiento y Competitividad’ conforman el nuevo adalid del desarrollo.
- En los llamados ‘indicadores contextuales’ donde analiza, entre otros, la huella de carbono por país y el porcentaje de consumo de energías renovables.
- En el pilar ‘Instituciones’, donde uno de los sub-indicadores (Orientación a futuro del gobierno) incluye componentes socio-ambientales.
Comentado esto, veamos ahora las ventajas y desventajas que ofrece ésta Cumbre para los países Latinoamericanos firmantes.
¿Qué podrás encontrar en el libro y en este sitio web?
- La primera, amplia y completa explicación de la pobreza latinoamericana.
- Presenta un templo de la prosperidad como guía con 12 + 2 factores responsables de la pobreza.
- Explica las causas de la pobreza con ejemplos fáciles de entender de la vida cotidiana de los latinoamericanos.
- Apoya las afirmaciones con numerosas estadísticas e infografías.
- Muestra gráficamente cómo se compara un país con los demás países latinoamericanos en cada factor.
- Explica cómo América Latina puede salir de la pobreza.
Las Cumbres son lo que los países hacen de ellas
Para responder a la pregunta planteada más arriba, es necesario abordar un punto, casi de sentido común: para un subcontinente tan golpeado, económica, social (y muchas veces, políticamente), la COP26 en Glasgow puede verse como una moda, exótica y distante de las necesidades que aclaman a nuestra región. Sin embargo, hay un problema con éste razonamiento: no tener en cuenta el contexto, y las oportunidades que esto implica.
Si tenemos en cuenta sus habitantes, Latinoamérica es una de las regiones que menos aportan a la huella de carbono. De hecho, algunos países presentan niveles menores a equivalentes europeos (esto teniendo en cuenta que los europeos tienen por lo general más densidad industrial y consumo energético), siendo que el Mercosur, por ejemplo, conforma la quinta economía del mundo en PPA. Ésta es una ventaja que Sudamérica simplemente no puede darse el lujo de no capitalizar, más en un evento de éstas circunstancias.
¿Cómo hacer esto? El primer paso es comprender el contexto. Por lo general, conferencias como éstas son el lugar para mostrar al mundo, no solo el compromiso discursivo de un país con una causa, sino lo que hace (y está dispuesto a hacer y ofrecer) un Estado para acompañar una justa.
En éste sentido, Latinoamérica debe abrir los ojos. Si el futuro es eléctrico (como varios gigantes de la industria automovilística se atrevieron a decir tras el ascenso de Tesla), allí deben estar aquellas naciones que tienen algo para ofrecer. El litio, por ejemplo, podría ser el nuevo petróleo. Un insumo indispensable para toda aquella industria que desee apostar por la decarbonización y la electrificación total.
Para concluir
Como mencionamos antes, parece haber un consenso bastante generalizado respecto a la agenda de la decarbonización, electrificación y sustentabilidad. Siendo esto un hecho, es importante que los países latinoamericanos sepan atender éste tipo de llamamientos, así como también comprenderlos en una dimensión político-económica mucho más estratégica. Hemos estipulado cómo más arriba.
Alexander Wendt, teórico renombrado de las Relaciones Internacionales de los años ’90, solía decir que ‘la anarquía es lo que los Estados hacen de ella’, en referencia a la ausencia de un gobierno global. El punto para Wendt, no era lo que caracterizaba al sistema internacional, sino cómo los Estados iban adaptándose frente a ese vacío de poder. Algo similar ocurre en Glasgow: frente a una agenda muy novedosa, los países Latinoamericanos tienen otra oportunidad de innovar. Después de todo, la COP será lo que sus miembros hagan de ella.